Tratamiento para la leucemia aguda, mieloblástica (LMA) o linfoblástica (LLA)
El tratamiento es complejo y depende del tipo de cáncer de la sangre y otros factores, como la edad y la disponibilidad de los donantes para el trasplante de médula ósea.
En general, el tratamiento de la leucemia aguda incluye dos fases iniciales.
La primera fase del tratamiento se llama "inducción de la remisión" y dura unas 4 semanas. Esta fase del tratamiento requiere internación y la administración de regímenes de quimioterapia.
Una vez logrado el estado de "remisión", es decir, ya no se detectan células sanguíneas anormales en la sangre o la médula ósea con un análisis microscópico, comienza la segunda fase, denominada "terapia posterior a la remisión". Esta fase incluye:
Administración de quimioterapia complementaria durante un período de 3 a 4 meses y en pacientes más jóvenes, trasplante de médula ósea, ya sea utilizando las células de la médula ósea del paciente para poder aplicar dosis más altas de quimioterapia (trasplante autólogo) o reemplazando las células de la médula ósea enfermas con más células sanas de un donante voluntario (trasplante alogénico o trasplante de células madre hematopoyéticas alogénico, TCMH). De hecho, el TCMH alogénico es la opción más eficaz para pacientes menores de 65-70 años, con leucemia aguda y características de pronóstico desfavorables o con cáncer de la sangre refractario o recidivante; el efecto anti-leucemia mediado por el sistema inmunitario, que es particular del trasplante alogénico, hace que el procedimiento de TCMH alogénico sea sumamente eficaz para tratar la leucemia, si bien resulta mucho más complejo que el trasplante autólogo.
En algunos casos, la radioterapia se usa para matar las células cancerosas restantes en ciertos órganos del cuerpo, como por ejemplo, cuando se ha comprometido el sistema nervioso central, en general al concluir la aplicación de la quimioterapia.
Importancia de la evaluación del cáncer de sangre luego del tratamiento
La evaluación precisa de la respuesta al tratamiento es crucial en la leucemia aguda (LA). En particular, se han desarrollado procedimientos moleculares e inmunofenotípicos para detectar eventuales cantidades mínimas de células cancerosas en la sangre que podrían persistir después del tratamiento, en una concentración inferior a los niveles detectables con los métodos de evaluación normales. Esto se denomina enfermedad residual mínima (ERM). La evaluación de ERM ya es una de las principales herramientas en el manejo de la LA, así como en otros cánceres de la sangre en los que se puede evaluar y monitorear la ERM. En particular, en LA, la ERM puede dirigir las estrategias de tratamiento tras la terapia de inducción; además, la decisión de aplicar quimioterapia complementaria en lugar de hacer un trasplante suele depender de los resultados de la ERM. En nuestras instituciones en el IEO, el estudio de la ERM tanto en las células de la médula ósea (MO) como de la sangre periférica (SP) es un punto clave en el tratamiento de los pacientes con LA. Además, se están efectuando estudios de investigación con un doble objetivo: Optimizar el uso del análisis de ERM en los pacientes con LA y ampliar la población de pacientes con neoplasias hematológicas malignas que podrían ser evaluados y monitoreados con la ERM.
La ERM se evalúa con regularidad en momentos determinados del tratamiento. Además, todos los pacientes se someten a consultas regulares y si es necesario, se realizan otros análisis de sangre y exámenes clínicos complementarios durante los distintos pasos del tratamiento y a largo plazo, una vez concluido todo el programa de tratamiento.
Tratamiento para la leucemia linfocítica crónica (LLC) y la leucemia mieloide crónica (LMC)
Leucemia linfocítica crónica (LLC):
Al ser un cáncer de sangre lento e indolente, la LLC se trata cuando causa síntomas o comienza a crecer más rápido que su ritmo original.
La principal forma de tratamiento para este cáncer de la sangre es la quimioterapia combinada con inmunoterapia. La elección entre diferentes fármacos de quimioterapia dependerá no solo del perfil molecular del cáncer de sangre, sino también de los factores relacionados con el paciente y las comorbilidades. La inmunoterapia consta principalmente de anticuerpos monoclonales dirigidos contra antígenos de superficie de linfocitos neoplásicos. El anticuerpo monoclonal anti-CD20 (Rituximab) es el más utilizado. También se encuentran en desarrollo avanzado otros anticuerpos monoclonales y nuevos fármacos dirigidos contra puntos de control moleculares que se expresan de manera anormal en las células de la LLC (ver también: la sección Linfoma, nuevos fármacos dirigidos)
Leucemia mieloide crónica (LMC):
Las células de la LMC albergan el gen anormal bcr-abl, cuyo producto es una tirosina quinasa, responsable de la producción excesiva de cánceres de sangre mieloides. En las últimas dos décadas, se han desarrollado fármacos muy eficaces que inhiben el producto tirosina quinasas bcr-abl (conocidos como inhibidores de la tirosina quinasa o ITK), algo fundamental para el manejo y la esperanza de vida a largo plazo de los pacientes con LMC. En la actualidad, la mayoría de los pacientes con LMC responden bien al tratamiento con ITK, sin la necesidad de recurrir a los procedimientos de quimioterapia o trasplante. Los ITK son muy eficaces para controlar el cáncer de sangre a largo plazo y han sido un éxito revolucionario en la historia de este cáncer de sangre. El tratamiento exige consultas frecuentes para evaluar el curso de la respuesta del cáncer de sangre, con análisis de sangre y de la médula ósea, si es necesario.
En algunos casos, las células cancerosas de la sangre crecen más rápido y se descontrolan más con la "primera generación" de ITK; sin embargo, los ITK de"segunda o tercera generación", que han sido desarrollados más recientemente, pueden superar la resistencia a los medicamentos.
Otros tratamientos, que pueden ayudar a controlar los estadios avanzados, generalmente poco frecuentes, del cáncer de la sangre son:
Quimioterapia: puede haber varios regímenes.
Trasplante de médula ósea: después de la quimioterapia intensiva, se utilizan células de la médula ósea de donantes sanos para reemplazar las células de la médula ósea del paciente.